LA INTERPRETACIÓN ÉTICA DEL DRAMA. Alberto González-Alegre
Es acostumbrado que en las interpretaciones de los dramas colectivos o que incumben a la colectividad hechas por las artes, sean visivas, literarias o musicales, los autores establezcan una arquitectura épica que sirve como red firme de los acontecimientos referidos y también como vértebra o canal que otorga homogeneidad a los procesos simbólicos. Pero las piezas e instalaciones de Caxigueiro –ya veremos cómo son y no son una misma cosa- surgen de una interpretación ética, están elaboradas desde una posición poética que hace que sus espacios rezumen algo así como el aire de lo inevitable. Todo es más complejo, claro, y más abierto a sentimientos diversos como corresponde a obras de evidente compromiso contemporáneo, pero en las intervenciones de Caxigueiro –en las que el suelo, metáfora de la tierra, siempre juega un papel fundamental- habitualmente sobrevuela una poética de lo inevitable, un fondo de tristeza de indiscutible raíz poética.
Y no hay poesía sin hombre, y sin individuo. Precisamente la dimensión antropológica traza una constante en el trabajo de Daniel. No resulta extraña para el espectador de sus instalaciones la sensación de estar frente a un conjunto de piezas descubiertas más que creadas, frente al resultado de una paciente –también mágica y cargada de asombros- investigación arqueológica. Sabemos que alguien fue quien situó las piezas en sus lugares exactos; pero es justamente eso, el sentimiento de exactitud muy anterior a nosotros, una disposición precisa de nuevo con una carga fuerte de inevitabilidad. La remisión al tiempo conforma entonces otra evidencia y otra constante.
Remisión al pasado remoto, incluso al pasado incógnito (siempre al latido del factor poético), pero pasado también siempre convertible y, por tanto, referido a nuestra propia actualidad. Y sería así aún en el caso de ver estas piezas fuera de los museos o de las galerías, fuera de los lugares que en sí mismos ya remiten a conceptos de contemporaneidad. Pienso ineludiblemente en Roger Garaudy cuando habla del arte como un proyecto que transciende y suplanta a la realidad: “Ser realista no significa imitar la imagen de lo real…, sino participar en el acto creador dentro de un mundo en evolución, descubrir su ritmo interno”. El arte, un proceso integrado en el entorno.
Individuo y entorno. No sin falta de razones, algunos críticos describen la existencia de dos tipos de manifestaciones artísticas, las que afectan a la conciencia individual y las que se refieren a la conciencia colectiva. Esta últimas, aún partiendo de una premisa idéntica a la de las primeras –dar un mensaje y/o establecer un diálogo- requieren de nuestro intelecto una disposición ética, moral y, por consiguiente, social. Pero para llegar a tal disposición ética no es preciso en términos estrictos aludir a Bosnia, a Chechenia o al tratado de Schengen, ni tampoco olvidar que, en caso de existir un ente llamado conciencia colectiva, ésta estaría formada por una suma de diversidades individuales. Por eso la doble estructura de excluyentes no sirve para el caso de las obras de Caxiqueiro, sea entendidas desde el punto vista metafórico, sea observadas desde la estricta formalidad.
Su obra se extiende en lo físico, en una combinación de tierra, aire y luz, de manera que amplía la naturaleza y el carácter de los objetos y del todo que conforman. Bajo la incertidumbre configurativa propia del trabajo cerámico, proceso cuyo control nunca es total, el dramatismo de Caxigueiro es también consecuencia de una búsqueda de conjuntos equilibrados constituidos por piezas de constreñida vida propia. Así resulta en la serie “Guerreros”, en la que los individuos pesan directamente sobre su suelo, y todavía más en las diversas estructura de “Europa, terapia puntual”, en las que los valores minimalistas1 de las celdas de hierro potencian el constreñimiento y fuerzan la metáfora del drama.
Amante riguroso de la investigación conceptual en los procesos previos así como de la exactitud formal en loa acabados y montajes, la práctica totalidad de sus instalaciones tienen un origen argumental y una resolución poética: en “Saír- Modificar” (1992)2 había sido el tema de la transformación del paisaje gallego por la inclusión de elementos externos (la palmera que trajeron los indianos aquí reinterpretada en grandes granos de café y recortes fotográficos de los propios indianos); en la instalación sin título que expuso en la galería Sargadelos de Ferrol (1994) el argumento fue un estudio sobre la descontextualización, mezclando imágenes fotográficas y fragmentarias de una aldea pirenaica cubierta por las aguas y de un sumidero real de hierro, imagen esta última que el autor utilizó como sujeto simbólico y que sirve de continuum interpretativo dentro de la instalación.
En otros montajes su comportamiento resulta aún más extremo. De un lado, como sucede en “Diálogo fragmentado” (1993), se vuelve hermético e insinuante recurriendo a atriles, fotografías, espejos y fotocopias, “en un marco donde manda la poética y la plasticidad” (galería Clérigos, Lugo, 1996), con estridencias, pretendía, dicho con sus propias palabras “Llegar a un colectivo más amplio de un modo más físico, más cercano… La idea de provocar reflexiones sobre la violencia y sobre lo familiar que, sin querer, nos resulta la guerra, fue lo que motivó el nacimiento, primero de un poema:
Hai un bosque de imaxes
onde medran os silencios
Baixo as copaso murmurio das follas
fala das ausencias.
y después de la instalación”. Una parte de esta últimas imágenes y tensiones dramáticas eran reinsistencias sobre alguna de las piezas que constituían su ya recordada serie “Europa, terapia puntual”.
Introspección y silencio. Asombros cotidianos que incrementan las ausencias. Hay un Caxiguerio anterior a este que entre 1980 y 1990 se mueve en el territorio de la cerámica artesana; hay una ruptura seca que deviene del repensar el trabajo-vida y que para él supone un descubrimiento y una catarsis radical. Fue la suerte quién hizo que el día anterior, el del necesario o sin cuestión posible origen artesano, no delimitase el día. Si aquellos días anteriores hubiesen sido, efectivamente, días logrados, llegarían, es obvio, los temblores de la noche4. Pero los días logrados habrían de venir justo después. Aquella tímida instalación hecha en la galería Sargadelos de Santiago en 1990, que este mismo catálogo reproduce, no fue sino su caída camino de Damasco; allí sucedió el descubrimiento del espacio, el convencimiento de la capacidad alusiva del arte que inmediatamente habría de instrumentalizar. Que hoy en día las propuestas de Caxigueiro estén entre las más interesantes de la escultura gallega no hace más que confirmar que aquella breve experimentación fue una catarsis bien alimentada y con una absoluta carga de verdad. 1.La incorporación de recursos de estirpe minimalista, tanto en la concepción íntegra de los montajes cuanto en las particularidades de los elementos en sí, refuerzan sabiamente los contenidos narrativos de su obras, sean instalaciones o “piezas de taller”, que es la expresión que Caxigueiro utiliza para diferenciarlas. 2.”Saír-Modificar” fue expuesta en el verano de 1992 dentro de aquel hermoso proyecto llamado Urxencias y que aquel año, tercero y último de la serie, se subtituló como Un espacio a revisar. Moaña, Julio-Agosto 1992. 3.”Diálogo fragmentado” se presentó en la gran exposición colectiva (ocho muestras históricas itinerando por toda Galicia) que fue Trazos e Camiños, promovida con ocasión del acontecimiento jacobeo 1993. 4.Hay un bosque de imágenes/donde crecen los silencios./Bajo las copas/el murmullo de las hojas/habla de ausencias. 5.Recordando a Peter Handke y a Fernando Castro Flórez.
Alberto González Alegre. Catálogo “Caxigueiro”, Ed. Galería Bacelos. Vigo 1997