CAXIGUEIRO. Carmen González-Borrás
NACIDO en 1955 en Mondoñedo, Caxigueiro se pone en contacto con la cerámica a través de la conocida fábrica de Sargadelos, donde trabaja durante unos años. La labor en su producción le proporciona, sin duda, un dominio del oficio dentro de las líneas de investigación con la porcelana y el reto con las altas temperaturas con las que Sargadelos ha contribuido notablemente al cambio producido desde los años ochenta en la obra artística de muchos ceramistas en todo el país. Además, y a través del Centro de Estudios Cerámicos, Caxigueiro tiene la oportunidad de entrar en contacto con ceramistas y artistas del panorama internacional que acuden periódicamente a llevar a cabo proyectos en dicha fábrica.
Como muchos otros artistas gallegos, Caxigueiro decide, aunque por poco tiempo en su caso, salir de Galicia y se traslada a Madrid para aprender nuevas técnicas, lo cual lleva a cabo con el ceramista Alfonso D’Ors y gracias a una beca en ese tiempo, 1984 y hasta 1988, su interés artístico se enmarca dentro de una corriente informalista que se había llevado a cabo en la pintura española y que es desarrollada posteriormente por un grupo de ceramistas. Para estos la cerámica se convertía en campo idóneo para plasmar cualidades matéricas y objetuales, usando placas con distintos relieves y sin tener que recurrir a otros medios, como había hecho la pintura informal unos años antes .
Este interés matérico tuvo su lógica, porque la cerámica en esos años se está despertando a su integración en el arte. Sus propiedades de poder recibir impresiones, adoptar volúmenes de cualquier índole y aspectos finales de coloridos cercanos a la pintura o a la escultura indistintamente, la van convirtiendo en materia expresiva que cautivará a un numero creciente de artistas que hasta la actualidad siguen experimentando con ella dentro de las corrientes artísticas.
Junto a su obsesión por expresarse, es decisiva la relación de Caxigueiro con artistas de su entorno dedicados a otros campos. Las características del territorio propician una estrecha relación y conocimiento entre ellos. Así que en los años ochenta serán de gran importancia las exposiciones colectivas que se organizan en Lugo, Ourense y Ribadeo y que aúnan a las «Novas xeneracións», y «Artistas contemporáneos galegos» y también las repercusiones que traerán los «Encontros galaico-portugueses» que fomentan especialmente la relación internacional con el país vecino.
A finales de los años ochenta Caxigueiro va abandonando progresivamente su matiz expresionista y se adentra por las corrientes conceptuales En 1988 realiza su primera instalación «Danza», formada por una serie de placas rectangulares dispuestas circularmente que contienen la impresión en bajo relieve de un pie humano. A partir de esta obra será habitual encontrar en sus instalaciones una narrativa particular a la que se van a supeditar los materiales que emplee. Esto va a ser decisivo en la evolución plástica del artista, pues la narrativa va a ser la que sustente la obra y el papel de los materiales va a estar en función de la misma. De esta manera va a utilizar libremente resmas, ceras, productos industriales y todo tipo de objetos que contribuyan a enriquecer el mensaje.
En su poética ya se hallan elementos antropológicos: nostalgias de tradiciones y usos hasta preocupaciones ecológicas políticas y sociales. Todo esto lo irá interpretando a lo largo de los años, pero es uno de los rasgos que perviven y definen particularmente su trabajo.
En los años noventa la actividad de Caxigueiro tiene una proyección relevante. Su participación en exposiciones colectivas fuera de Galicia (Santander, Zaragoza, Talavera, Alcobendas, Manises, Alcora, Alarcón, Valdepeñas, Barcelona, Madrid ), tanto con ceramistas como con escultores de otros materiales, le introducen en espacios profesionales, aportándole una visión del momento que va a definir su línea de actuación. Esta actividad la compagina con exposiciones individuales que van a tener lugar en Madnd o en ciudades gallegas exclusivamente en las galerías Bacelos de Vigo, Pardo Bazán de A Coruña, Clérigos de Lugo y la Sargadelos.
A partir de esos años, tres datos puntuales van a cobrar importancia en el trabajo de Caxigueiro: el «objeto encontrado» como punto de partida creativo, la introducción de la fotografía y la concepción seriada del trabajo. Los artistas del siglo pasado en la utilización del «ready-made» unían el interés por la descontextualización del objeto al de provocar la reacción del espectador, cuestionando así la naturaleza misma de la obra artística. El uso que Caxigueiro hace del «objeto encontrado» a diferencia de aquellos, es integrarlo en la narrativa de la obra, aprovechando las cualidades estéticas que para él posee y convirtiéndolo en la materialización alegórica de una idea que el artista expone bidimensionalmente a través de fotografías. Así pues, el objeto lo convierte en la parte «real» de la obra, en el argumento de la historia, dentro de esa narrativa conceptual que le caracteriza y que siempre contiene elementos dramáticos.
Cuando Caxigueiro introduce la fotografía en sus obras es siempre en combinación con otros medios y, como en cada ocasión, cada uno de los empleados está en función del mensaje plástico de la obra. Las fotografías le aportan ese grado de realismo necesario para expresar el drama que el artista necesita. En unas ocasiones completan, en su misma línea, el discurso trazado por los elementos tridimensionales. En otras crean el contrapunto perfecto en juego visual que el artista propone.
Desde los años noventa existe el uso de la seriación en el trabajo de Caxigueiro. Entre los elementos más identificativos de esos años están los «Guerreiros», unas formas enigmáticas de gres con acabado férreo que cobran aspecto de búnker, con un orificio irregular que acentúa su misterio. Dispuestos en formación militar o emplazados en compartimentos de hierro que recuerdan nichos, darán pie a una serie de obras que adquieren connotaciones bélicas. «Europa Terapia Puntual», de 1993-94, nació a partir de la impresión que le producen al artista las imágenes de los cadáveres de la guerra de Bosnia. Sus investigaciones alrededor de la idea terrible de la guerra originan una serie de piezas que contienen su motivación: el ser humano que sufre y muere y la arquitectura. La seriación y la utilización constante de los Guerreiros no impide la variación en el aspecto final de las obras, cuyos elementos se organizan en espacios horizontales, verticales o transitables.
«O Bosque das ausencias» (1996) es el título de otra serie importante. Tomando la cerámica como elemento común y la poesía como punto de partida para desarrollar el trabajo plástico, Caxigueiro integrará en esta serie elementos nuevos, como son la iluminación, con todo lo que el diseño de las lámparas y el cableado comporta como parte de la obra, así como las intervenciones ambientales en espacios abiertos. La serie reproduce unos rostros de aspecto fantasmagórico que se sitúan en el suelo de un espacio cerrado para ser iluminados artificialmente o se distribuyen sobre postes de madera a lo largo de un bosque. En ambos casos existe una intencionalidad teatral que pasa a formar parte del discurso y que tiene su origen en emular los recursos utilizados por los cineastas. Su interés por narrar le lleva a estas inclusiones, que se mantendrán constantes en su trayectoria. También a la de poemas acompañando las piezas, así como al tipo de los títulos que emplea, que, aunque son abiertos, sí contienen un ingrediente decisivo para interpretar una parte de la obra. La serie «Xeografías» es de 1998.
La manera de trabajar de Caxigueiro puede explicarse a través del esquema IDEA-FORMA LITERARIA-FORMA PLÁSTICA-INTERVENCIÓN DEL ESPACIO. Como bien ha descrito Antonio Garrido, «la idea se transforma en poema literario y éste a su vez sugiere un proyecto visual». La idea tiene como siempre matices sociales y gira en torno a opresor-oprimido: existen para el artista focos geográficos donde tienen lugar los conflictos armados y las privaciones de libertades. La poesía es la forma literaria elegida. Las palabras reproducidas en los dibujos de la serie y en el catálogo forman parte del todo estético. La forma plástica son montículos que en su orografía van configurando las obras. La intervención del espacio se produce al situarlos sobre un damero que remarca ese carácter de espacio limitado, de punto localizado y concreto en el que el artista concentra la atención. Las distribuciones son múltiples, aportando gran número de variaciones sobre un mismo tema.
«A linguaxe da memoria» (2000) reproduce una seriación de libros de gres de aspecto calcinado esparcidos desordenadamente en un espacio sobre el suelo y algunas estanterías de hierro. La idea parte de la destrucción de la Biblioteca de Sarajevo y tiene una intención de denuncia de este hecho de barbarie contra la cultura de un pueblo. En muchos de los libros pueden leerse inscripciones de nombres de ciudades del mundo en donde también han ocurrido todo tipo de atentados. Caxigueiro se unió con este trabajo al grupo de artistas que en todo el mundo se manifestaron contra este tema, contribuyendo a perseverar la memoria y generando una historia paralela a la historia que destruyó.
Además de las obras destacadas, la producción del artista es extensa y constante. En la actualidad, Caxigueiro trabaja en otras propuestas en las que el contenido narrativo sigue sustentando la obra y en su materialización se nos revela un artista de gran personalidad insertado en el tiempo que vive y con plena libertad en la utilización de materiales, entre los cuales la cerámica sigue teniendo todavía mucho que decir.
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Carmen González-Borrás. Revista Cerámica nº 91 2004